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nuestra .orac10n llegue al Padre. Unida a la mediación de Cristo es también muy valiosa la intercesión de los Santos, sobre todo de la Santísima Virgen. 4. EFICACIA DE LA ORACION Dios oye siempre nuestras oraciones y nos concede lo que es más conveniente para nuestra salvaczón. (Catecismo, n. 239). Con la oración bien hecha se pueden conseguir todos los bie– nes. Ténganse, sin embargo, en cuenta estas observaciones: - El bien sobrenatural de la gracia; siempre se consigue, por ejemplo, vencer las tentaciones. - La oración hecha en gracia de Dios aumenta en el alma esa misma gracia y tiene valor satisfactorio por la pena tem– poral debida por los pecados. - Los bienes temporales· no siempre se consiguen por la oración. Pues la oración bien hecha no nace del egoísmo,. sino que se somete a los planes de Dios, según los cuales hemos de sufrir para llegar hasta El. Recordar el ejemplo de Cristo, que, al pedir verse libre de la Pasión, añadió: ((Pero no se haga mi voluntad, sino la tuyan (Le 22, 42) Y de hecho el Padre no apartó de Jesús el cáliz de la Pasión. · La eficacia infalible de la oración está prometida por Jesús en el Evangelio: «Pedid y se os dará)\ (Mt 7, í). ccCuanto pidiereis al Pa– dre en mi nombre, os lo concederá>> (Jn 16, 23). 5. EL PADRENUESTRO La oración más excelente es el Padrenuestro, que enseñó .Je– sucristo a los Apóstoles. (Catecismo, n. 240). En cierta ocasión le dijo a Jesús uno de sus discípulos: «Se• ñor, enséñanos a orar.i> Y Jesús enseñó entonces el Padrenuestro (Le 11, 1-4; Mt 6, 9-13). El Padrenuestro resume maravillosamente todas las súplicas que un alma puede hacer a Dios. A la invocación siguen siete peticiones: - INVOCACIÓN: Padre nuestro, que estás en los cielos. El .cristiano llama a Dios «Padre» no sólo porque es el Creador de todo, sino porque nos hace hijos de un modo so– brenatural por la gracia. Al llamarle <<nuestro)) expresamos la fraternidad _de todos los hombres. 1.05

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