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R~unidos en el nombre del Señor. La oración es necesaria, según lo declaró Jesucristo: «Es. preci– so orar en todo tiempo.- y no desfallecer» (Le 18, 1). Y San Pablo recomienda a los Colosenses: «Aplicaos a la oración_. velad en ella con hacimiento de gracias» (CI 4, 2). La razón de esta necesidad es clara: Para vivir con Dios hay que entenderse con El. El no nos salva si nos– otros no queremos. Y tenemos que decirle que queremos salvarnos, y pedirle que nos ayude, ya que sin El no po– demos hacer nada para la salvación. Afirma San Alfonso María de Ligorio: «El que hace oración se salva, y el que no hace oración se condena.» La oración, para que lo sea de verdad, ha de reunir estas condi– ciones: l. Atención: con la mente puesta en Dios y en lo que se dice. 2) Humildad: reconocer lo bueno y grande que es Dios y la nada que somos nosotros. (No presumir como el fariseo). 3. Confianza: con la seguridad de que Dios nos atenderá se– gún convenga. 4) Perseverancia: continuando en la súplica, aunque no vea– IP..os de momento el resultado. La oración se ha de hacer etz nombre de Jesucristo, que es el úni– co lvfodiador entre Dios y los hombres y el ünico camino para que 104
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