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Jesucristo habla muchas veces del cielo, recompensa eterna de los suyos : «Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen, y donde los ladrones no horadan ni roban» (Mt. 6, 20). «Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa» (Mt. 15, 12). Y al final de los tiempos dirá a los justos, ya resucitados: « Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo» (Mt. 25, 34.) 4. MEDIOS PARA CONSEGUIR LA GLORIA ¿Quiénes van al cielo? - Van al cielo los que mueren en gracia de Dios. (Catecismo, n. 107.) La gloria-o bienaventuranza eterna-es un don que Dios nos hace por Cristo. Dios nos lo regala todo: no sólo la gloria, sino también el poder me– recerla empleando los medios que El pone a nuestra disposición. Al joven que se le acercó a preguntarle qué haría para alcanzar la vida eterna, le respondió Jesús: «Guarda los mandamientos» (Mt. 19, 16-17). (En las lecciones siguienes se verá lo que nos exigen los mandamientos de la Ley de Dios.) El camino del cielo es fácil de conocer si atendemos a Jesucristo; fácil de seguir si no nos apartamos del Maestro, que dijo: «Mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt. 11, 30). 5. LAS HIENAVENTURANZAS El programa trazado por Jesús en el Sermón de la Montaña para alcanzar la verdadera felicidad, se distingue de las ideas mundanas como lo blanco de lo negro. Son las ocho bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. :6ienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán miseri- cordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es el reino de los cielos» (Mt. 5, 3-10). El mundo diría Bienaventurados: - los ricos, - los que se vengan de sus enemigos, - los que andan de juerga, - los que hacen su capricho,

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