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concedió a nuestros primeros padres el don divino de la gracia, el conocimiento de las cosas conveniente a su estado, y otros dones que los libraban de la inclinación a,l pecado, del dolor y de la muerte. ¿ Cómo concedió el Señor estos dones a nuestros primeros padres? - El Señor concedió estos dones a nuestros primeros padres para sí y para todos sus descendientes. (Catecismo, nn. 54-55.) Adán y Eva, después de ser creados, se hallaban en gracia y amistad con Dios. Poseían dones especiales por los que vivían felices sin dolor, sin ignorancia y, al final, serían llevados al cielo sin tener que morir. Tenían, pues - el don sobrenatural de la gracia santificante y - los dones extraordinarios de - impasibilidad, - ciencia, - inmortalidad. Como se puede apreciar, el plan primero de Dios sobre los hombres estaba lleno de luz y equilibrio. Todo el mundo y sus cosas resultaban para el hombre agradables y proporcionadas. Esta es la verdad religiosa que se encierra en la descripción del Pa– raíso terrenal. S. MANDATO, TENTACION Y PECADO ¿Qué precepto impuso Dios a nuestros primeros padres? - Dios impuso a nuestros primeros padres -el precepto de no comer del ;í,rbol de la ciencia del bien y del mal. ¿Obedecieron nuestros primeros padres el precepto de Dios? - Nuestros primeros padres no obedecieron -el precepto de Dios, pues Eva, ·en– gañada por el demonio, comió el fruto prohibido y dio de comer a Adán. ( Catecismo, nn. 56-57.) Dios sometió a 'una prueba a nuestros primeros padres, para que le demostraran su obediencia. Les dio el precepto de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, bajo pena de perder la vida del cuerpo y la vida sobrenatural, teniendo que pasar además por toda clase de sufrimientos. Adán y Eva tenían suficiente conocimiento para advertir que Dios tenía razón. .Pero el diablo, bajo figura de serpiente, les tentó. Comenzó por Eva y excitó su curiosidad diciendo que Dios les había prohibido comer de aquel fruto porque, si lo comían, serían como Dios. Eva se quedó mirando al árbol y vio q,ue su fruto era bueno para ser comido, por el buen aspecto que ofrecía. Y sin más, cogió del fruto y comió y le CJfreció igualmente a su marido, que también comió {Gn. 3, 6). Con un relato tan sencillo al parecer describe el autor sagrado la primera y más desastrosa desobediencia de los hombres a Dios. 23
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