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4. LOS DOMINGOS DESPUES DE PENTECOSTES A la fiesta de Pentecostés sigue una serie de domingos-de 24 a 28-, que forman el ciclo litúrgico más largo. Las lecciones de la Misa de estos domingos (Epístola y Evangelio) van recordando a los fieles la doctrina del Señor. Por ejemplo, el Evangelio del último domingo después de Pentecostés nos previene para el juicio final. El color de los ornamentos litúrgicos es verde. Significa que la vida de la Iglesia es una espera de la vuelta d~l Señor. 5. FIESTA DE CRISTO REY Se celebra esta fiesta el último domingo de octubre. Frente a un mundo que quiere rechazar en sus instituciones la soberanía de Dios, la Iglesia afirma la realeza de Cristo sobre todo el mundo. Es una fiesta de sumisión jubilosa al mejor de los señores. FIESTAS EN HONOR DE LA SANTI– SIMA VIRGEN Y DE LOS SANTOS 8 En este ciclo anual de los misterios de Cristo la Iglesia celebra también la memoria de la Bienaventurada Virgen María y de los San– tos, que con su martirio o con toda su vida han dado testimonio del Señor. En virtud de la comunión de los santos existe en la Iglesia una relación sobrenatural entre todos sus miembros que ha de manifes– tarse de alguna manera : Los santos pueden valernos ante Dios en nuestras necesidades. Nosotros nos debemos alegrar de su triunfo. Honrarles y encomendarnos a ellos : tal es ~a finalidad de las fes– tividades de los santos, que-según dice el Concilio Vaticano II-han de estar subordinadas al ciclo temporal del misterio del Señor. l. INMACULADA CONCEPCION DE MARIA La fiesta de la Inmaculada Concepción se celebra el día 8 de di– ciembre. En ella se venera el privilegio de María, que fue concebida sin peca– do original y llena de gracia desde el primer instante de su existencia. La Liturgia de esta fiesta hace resaltar la hermosura y pureza total de María, vaso incorrupto del Verbo de Dios. 2. LA ASUNCION DE MARIA A LOS CIEWS La fiesta de la Asunción de María a los cielos se celebra el 15 de agosto. Se celebra el misterio de María, llevada en cuerpo y alma a los cielos sin experimentar la corrupción del sepulcro. Este privilegio totalmente conveniente a la que fue toda pura y vir– ginal, fortalece nuestra esperanza de resurrección. 171

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