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confianza. Las dos oraciones principales para dirigirnos a · ella son el Avemaría y la Salve. La primera parte del Avemaría es el saludo que le dedicó el Arcángel San Gabriel en la anunciación: «Dios te salve (María), llena eres de gracia; el Señor es contigo» {Le. 1, 28); completado con el saludo de Santa Isabel cuan– do la visitó María: «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre (Jesús)» {Le. 1, 42). La segunda parte del Avemaría es una súplica que data del Concilio de Efeso (año 431): «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.» En la Salve se alaba a la Virgen y se le pide la dicha de contemplar a Jesús después de la muerte. Fue compuesta, af parecer, por San Pedro Mezonzo, obispo de San– tiago de Compostela (siglo x). Pero las exclamaciones «Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María», se deben a San Bernardo. ¿Es conveniente también hacer oraciones a los Angeles y a los Santos?– Es conveniente también hacer oración a los Angeles y a los Santos para que intercedan por nosotros delante de Dios. ( Catecismo, n. 242.) €LECTURA A DIOS ROGANDO Y... Cuenta la leyenda que en cierta ocasión Cristo y san Pedro andaban por esos mundos de Dios. Había llovido torrencialmente y los caminos estaban encharcados. San Pedro hizo notar de pronto al Maestro que tres carreteros habían quedado bloqueados en el fango. No podían avanzar ni retroceder. Uno de ellos estaba disparando zurriagazos al lomo del primer animal al mis– mo tiempo que escupía tale3 palabrotas que hacían poner la piel de gallina. El segundo había hundido sus rodillas en el barro y con los brazos en cruz rezaba a Dios para que le sacara del atolladero. El tercero tiraba de las riendas al tiempo que suplicaba la ayuda de Dios. San Pedro, llevado por uno de esos prontos que le distinguían, arremangó su túnica y se dispuso a echar una mano al primer carretero. Mas Cristo, con una sonrisa de compasión, detuvo a san Pedro... -No, Simón, ¡todavía no! San Pedro se dispuso a ayudar al segundo... -Aguarda-le indicó el Maestro. . Y cuando san Pedro se hubo dirigido al tercero, que al tiempo que oraba su– plicaba y tiraba de las riendas, fue el mismo Cristo quien le ayudó. @JERCICIOS 1. ¿En qué condiciones se han de pedir a Dios los bienes tem– porales? 2. ¿Por qué razones es siempre necesaria la oración? 3. Componer una oración personal a Jesucristo o a la Virgen. 116
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