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ternos del pensamienLo y del amor. Se puede pensar en lo bueno que es Dios para nosotros dúndonos todo cuanto tenemos, sufriendo en la Cruz para salvai·nos del pecado y así llevarnos a su misma gloria eterna. De este pensamit•nlo surgen aelos de amor a un Dios tan bueno; propósitos de pre– ferirle a El antes que a cualquier cosa creada; peLicioncs para qnc nos ayude con su gracia en las dificultades de la vida. ~) \'m•al: Es la que se hace con la boca, pronunciando oraciones que se dirigen a Dios y a los santos. La mente ha de aeompaíiar en lo posible el sentido de las palabras, pues recitar oraciones sin pensar Pn lo que se dice no tirne valor alguno. La oral'ión n1c•al st• divide en pí1hlil'a y privada. a) Es oral'ión púhfü•a la que tiene un valor oficial cclesiústico, como el Oficio divino que los sact•rclotes recitan en nombre de la Iglesia. b) Es ora<•ión prinula la que no Liene esP valor oficial reconocido por la Iglesia y que n•t·itan los fides en particular, aum¡ue lo hagan muchos juntos, por ejemplo, el sanlo !{osario, novenas y otras preces... e) s\unc¡ue no sea oración pública oficial, liene un valor especial ante Dios la oradón Pll eomún, según lo teslifica el Seíior: «Donde están dos o tres congregados en mi nombn', allí esloy yo en medio de ellos,> (:.\It 18, 20). 2.---FFNIHJIK\'TOS HE L\ OIL\CIOX Se llaman fundarnenlos tle la oración a las verdades de cuya consiclera– ci(rn surge lll'cesariamPnle en el hombre la actilud de oración frente a Dios. Se reducen a dos principios: 1) Lo que Dios PS para el hombre y 2) lo que el hombre es frenle a Dios. 1) Dios es para el hombre d Creador y el Seíior a quien se le debe todo, y el Padre amoroso que nos quiere llevar a participar de su felicidad eterna. En consecuencia, ha de surgir en el alma la adoradón y reverencia por lo grandt• que es, y la H('{•ióu de uradas por lo mucho que nos quiere. 2) El hombre es para Dios un ser impotente que Lodo lo necesita de El para no extraviar su camino hacia la salvación eterna. Consiguiente– mente el hombre ha de pedir a Dios toda l'lase de bi{'IH'S que necesita. Ade– más, el hombre en muchas ocasiones se aparta del hien y ofende a Dios, de donde ha de supli<'ar c•lemt'nl'ia y ¡wrdón para sus pecados. 87

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