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1) Dios destina a cada alma a una Pternida I feliz y se hace hombre en Cristo, para ensefiar y hacer posible la entrada a esa eternidad. Para eso nos creó y para eso nos da la \·ida de la gracia. 2) El alma puede cmTt>sponder al llamamiento de Dios, uni0ndose a Cristo por la aceptación prúelica clt> su doctrina; o puede reehazar ese llamamiento, haciendo así imposiblc• la propia entrada en el eielo. Y alma no tenemos más que una: si la perdemos, lo hemos perdido todo. 3) La eternidad se presenta como el juicio definitivo de Dios sobre cada uno de los hombres: Cielo ptt•rno o infierno Ptnno. ,\sí será la conclusión de todos los afanes mundanos: Triunfo con Cristo o fraeaso sin remisión con los demonios. El hombre está en manos de Dios. Y Dios estú también en algún sen– tido en manos del hombre. Porque podemos escoger <(el camino ancho que lleva a la perdicióm, o <<la senda angosta que lleva a la vida,>. (}[t 7, 1:3-U). Sin embargo, por encima de todas las dificultades para -vivir la -vida de la gracia, rPSlll'nan las palabras de Jesús como el mejor consuelo: 105 --

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