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nos invita: <, Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré:> (Mt 11, 28). Frente a la negra oscuridad del pecado resalta infinitamente la misericordia del Sefi.or. El Corazón de CrisLo. abierto de una lan– zada después de morir en cruz por nuestros pecados, es el mejor testimonio de que Dios nos quiere ver arrepentidos para poder per– donarnos. «En esto hemos conoC'ido la caridacl, en que El dio su vida por nosotros" (1 Jn 3, 16). Hay que tener una confian~a ilimitada en la misericordia de Dios y no desconfiar de que nos 1wrdone, si 11osotros de verdad abon·ecemos el pecado. 3.-PODER DADO A LA IGLESIA La misericordia de Dios se muestra también en el poder dado a la Iglesia. Por ser ella la conti11uación de Cristo en la tierra, tiene poder de perdonar los pecados. Primero los limpia todos, cuando admite al hombre en su seno por el sacramento del Bautismo. Asi lo testificó San Pedro en su primer sermón el día de Pentecostés, cuando invitó a los hombres a entrar en la Iglesia: <:Arrepentíos y bautizaos en nombre de Je– sucristo para remisión de vuestros pecados» (Hech 2, 38). A los cristianos que pecan, les queda todavía la posibilidad de obtener el perdón de Dios a través de la Iglesia, si, arreperttidos, se confiesan. He aquí el pasaje evangélico donde se funda esta verdad: <:Dij o Jesús a los apóstoles: 'Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonareis los pecados les serán perdonados; a quiene1s se los 1·etuviereis les serán retenidos)> (Jn 20, 22-23). La Iglesia puede pel'donar t0d0s \os pecados, puesto que ahí Dios no excluye ninguno. Y lo mismo se deduce de la potestad ilimitada ele atar y desatar que dio a los apóstoles y especialmente a San Pedro. Cuando Jesús afirma en Me 3, 28-29 que «quien blasfemare contra rl Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, siendo reo de pecado eterno;;, no quiere decir que la Ip;lesia no tenga poder de perdonar todos los pecados, sino que es muy difícil que llegue a arrepentirse rl que int0ncionadamente atribuye al espíritu maligno las obras que apar8cen con el se1l0 del Espi.dtu divino. Pues esto hicieron lüs fa– riseos ante los milagros de Jesús y a ello alude el S011or en ese texto. Todo pecado del que se arrepienta el hombre, lo pnrde perdonar la Iglesia. - 96 -

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