BCCCAP00000000000000000000491

Tú, Padre, estás en mi y yo en ti, sean ellos una co;;a con nosotro::;>> (Jn 17, 20-21). San Pablo exhorta a los Efesio::; que <Se soporten los unos a los otros con caridad, solícitos de conservar la unifü,d del r>spíritu mediante el vínculo de la paz.> (Ef 4, 2-3). Esta unidad ha de ser: aJ En la fe, pues todo.s han de creer lo que los apóstoles predican y , el que no crea se condenará» (Me 16, 16). bJ En la obediencia al Pastor supremo del rebaüo, es decir a San Pedro y a los Romanos Pontífices, su.s .sucesores. Pues a San Pedro lr encomendó Cristo apacentar sus ovejas y corderns (Jn 21, 15-17). 2) Santidad de la Iglesia: La santidad no consiste en otra eosa que en la vida sobrenatural. Cristo quiso que su Iglesia fuera santa: Pues diee: ,Yo he ve– nido para que (mis ovejas) tengan vida y la tengan en abundancia) (Jn 10. 10). San Pablo escribe: "Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla/ (Ef 5, 25). Y la unión con Cristo tiene que producir frutos de vida eterna: «Yo soy la vid, vosotro;e; lo;-; sar– mientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho frutm> (Jn 15, 5). 3) Catolicidad de la Iglesia: Católieo sü~niflca universal. para todos. El Reino de Cristo es ya anunciado por los profetas como uni– versal. Dice Jeremías que en los tiempos mesiánicos cserá llamada Jerusalén trono de Dios y en el nombre de Dios vendrán a ella todas ;as gentes>> (Jr 3, 17). Jesús manda a sus apóstoles predicar por todo el mundo. (Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea. en Samaria y hasta los extremos de la tierra,> (Hech l, 8). Antes de su muerte El mismo había asegurado: <<Será predicado este Evangelío del reino en todo el mundo, testimonio para todas las naciones., (Mt 24, 14). Por lo mismo que la Iglesia está instituida por Cristo para salvar a los hombres, tiene que estar siempre con espíritu de conquista y trabajando por expansionarse donde no se halle todavía. 4) Apostolicidad de la Iglesia: Apostolicidad quiere decir que la Iglesia ha de estar regida por sucesores legítimos de los após– toles, que de modo constante y público se han ido trasmitie1 1 cio su autoridad. Cristo fundó su Iglesia sobre los apóstoles. Y loR apó,.;;toles van cfojando representantes suyos. De manera que para predicar legíti– mamente la doctrina de Cristo se necesita ser enviado por los apóstoles. «¿Cómo predicarán si no son enviados?», pregunta San Pablo (Hm 10, 15). Y escribe a los Efesios: «Ya no sois extranjeros 80

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz