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Pero su cuerpo no se corrompió en el sepulcro, sino que resucitó glorioso, uniéndose de nuevo con el alma. Y así, en cuerpo y alma, la Virgen fue trasladada al cielo. La Virgen, como todos los hombres que mueran en graeia, tenía 4ue resucitar gloriosamente algún día, para recibir en cuerpo y alma el premio de sus buenas obras. Los demás hombres resucitaremos al en del mundo, después de que nuestro cuerpo se haya corrompido en el sepulcro. La resurrección gloriosa de la Virgen Santísima no podía esperar a verificarse al fin del mundo. Pues la victoria de Cristo sobre el diablo, el pecado y la muerte se realiza plenamente por la glorifi– cación del cuerpo; y no podía quedar mucho tiempo sin la glorifica– ción total la que, con Cristo, venció plenamente al diablo, al pecado y a la muerte. Era, además, conveniente que la que fue Madre de Cristo ha– biéndolo llevado en su seno, siguiera la misma suerte de su hijo, subiendo luego gloriosa en cuerpo y alma al cielo. Allí fue coronada Reina de cielos y tierra por ser la Madre es– cogida del Rey Inmortal y de todos los redimidos por Cristo. La Asunción de María en cuerpo y alma al cielo fue definida como dogma de fe por Pío XII el 1 de noviembre de 1950. 7.-DEVOCION A MARIA La devoción a María consiste en honrarla con nuestro culto re– ligioso y en pedirle interceda por nosotros ante Dios. Si a todos los santos se les tiene que dar culto religioso, recono– ciendo la excelencia sobrenat1-1ral que Dios les dio, mucho más a la Virgen, a quien se debe un culto especialísimo, un honor que sólo puede corresponder a la que es Madre de Cristo y tiene la máxima perfección natural y sobrenatural. El culto que se da a Dios por su suprema majestad se llama latría (o adoración), que no se puede tributar a ninguna pura crea– tura. El culto a los santos se llama dulía (servicio) y el culto a la Virgen hiJJerdulía (por ser superior al de los santos). La grandeza de Maria, junto con el hecho de ser Madre nuestra, es el fundamento de la confianza que debemos tener en ella para pe– dirle y suplicarle nos ayude eP la lucha de nuestra vida espiritual. Porque es grande, puede, y porque es Madre, quiere ayudarnos en nuestras necesidades. La mejor expresión de nuestra cl.f~voción a Maria está en imitar su vida, su actitud ante Dios, que fu0 de servicio total e incondicionado. 67 -
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