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Mi juieiu 1;oun· (JLLt ¡wL,011;l 1Juc>üe :,ef inexac.Lo o fals:i, porque 110 lw llegado a conocena men o porque ic" Lengo antip:üia. En el 1Jrime:i.· ca00 es un juido deieetuo:,o t,H; C'.llll)ct; ,~n d segunclo es un Juicio defectuoso por c.:ulpa mía. Lo mismo puede ocurrir en un juicio 1egal. Se acusa a un llombre al que sP cree c:mvab1e, porque l1c1y i->ospec:has fundadas respecto ue d. Todcts las apariencias le condenan y se falla contra el mismo. Sill cnwargo, pueck ocnrur c1ue t'll aJ.guna ocasion sea inocente. Otras veces sera la malic.:1:t de los 11ombri3s. Se acusa a uno de un c:rimen y se busc;an tesUgos falsos. El reo no sabe defenderse y es condenado a pesar de i;er inocente. De hecho en todos los juicios llay :,iempre cosas que nu quedan claras y casi siempre lrny también un poco de mala voluntad en los acusadores. Y es impo;-;lblc llesar a conocer las cosas con toda claridacl. La mayoría de los juinos hum,mus result:u1 pur este moti– vo insuficientes, aunque sean verdaderos. De todo ello se conciuyc que la conducta del llombre no puede Lomar como norma el juit:io ele lü,s hombres por ,,er defectuoso e in– suficiente. ::L-- El, .JUICIO DE DIOS Totalmente de otra manera es el juicio el(' Dios, a quiell estún patent.Ps todas las obras dl' lus hombres y sus rnús vntreveladas i11- tt·nciones. Su juiciu es vcrclndero, exado y completamente impar– cial. Dice San Pablo que Dlos no es aceptador dP personas (Rm 2, 11 J. B'rente al juicio ele Dios Los pm•de asaltar el temor de que en-• ruentre en nosotros maldades que no conocemos y que sean causa de nuestra condenación. Pero rnú,; bien debemos poner nuestra mira en la manera divina de juzgar las cosas, con la cc11u1anza de que entonces su juicio nos será favorable. "Cuanto a mí. dice San Pal,lo, muy poco 111,, tl,1 d(• s,·r juzgado po,· vosotros o dP cualquier tribunal humano. Pero 1.ampu( o yo mismo mp juzgo; porque aun cuando de nada me arguy.' la conei¡,ncia, no por esu quedo justificadri. sino que quien me juzga PS el Spfíor. Así lJll<' no os hagúis ani.es de tiempo jueces de nada. hasta qu¿, \·i11íere pl SPfh,r, d cual ,ac:arú a la luz los secrdos de las tinieb!Hs y pondrú ,d cll'Scabiei·:o Jo., rlc• 0 ignios de Ju, corazones, y L'JÜ<Jncl'S le n,ndrú a cada uno la alabanza de paric• de Dios" (1 Co 4, :,-5). Y cuáles sean los criterios del juicio de Dios, io sabemos por los Ivfa11damic11tus, PS!)ecialnwntr el Mancl.nmir>1lto de la Caridad. ·1.- JUICIO PAR'i'ICULAR Y JUICIO VNIYERSAL El encuentro definitivo del hombre con Dios se verifica al ter– minar en la muerte la vida de este mundo. Entonces es cuando Dios
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