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mov1m1ento corporal responderá a cualquier deseo del espíritu, yendo rapidísimamente de un lugar a otro. 4) Sutileza: Es una cierta espiritualización del cuerpo, que podrá penetrar por cualquier parte. El cuerpo de los malos no te~1drá ninguna de estas cualidades y será arrojado en el infierno para siempre. '>.-EL INFIERNO Es dogma del cristianismo que existe un infierno eterno, lugar y estado en el que los condenados padecerán siempre terribles tormentos. Dios, en su primera intención, quiere que todos se salven con– siguiendo la felicidad eterna. Pero como esta felicidad se ha de conseguir libremente, existen hombres que voluntariamente tuercen su camino. Para los que mueren en esa condición, Dios ha tenido que hacer el infierno. La existencia del infierno la atestigua muchas veces la Sagrada Escritura. Jesús exhorta a preferir sacarnos los ojos o cortarnos los brazos en esta vida, antes que ser arrojados en el fuego inextingui– ble (Mt 5, 27-30). Y San Juan en el Apocalipsis describe así el cas– tigo de los pecadores: El que adore la bestia o se haga servidor del diablo «beberá el vino del furor de Dios... y será atormentado con P,l fuego y el azufre... y el humo de su tormento subirá por los siglos de los siglos, y no tendrá reposo día y noche» (Ap 14, 9-11). Que el infierno es eterno lo dice expresamente ,Jesús al terminar su descripción del juicio final: «E iran los de la izquierda al suplicio eterno y los justos a la vida eterna,; (Mt 25, 46). Tan eterno es el infierno como el cielo. La auténtica seriedad de la vida del hombre radica en la posibi– lidad de condenarse para siempre. Y sólo porque esto era posible, se explican los extremos de padecimiento a que Cristo llegó para li– brarnos del pecado. Las penas del infierno son de dos maneras: 1) Pena de daño, que será el tormento más hondo, porque con– siste en la privación de Dios, que es el fin último y el bien supremo. El alma, sin poder descansar en Dios, no encontrará nunca jamás cosa que la consuele. 2) Pena de sentido, que consistirá en el tormento del fuego in– extinguible que abrasará el alma y también el cuerpo después de la resurrección. Las penas del infierno serán mayores para quien más haya peca- - 104 -

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