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pretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo han ha– blado de parte de Dios" (2 Pe 1, 20-21). La razón última de por qué el hombre no puede ser maestro sino sólo discípulo, oyente, la explica San Pablo: "Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo son– dea, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo mo– do, nadie conoce lo íntimo de Dios sino el Espí– ritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el es– píritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado, de las cuales también hablamos, no con palabras aprendidas de sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu, expresando realidades es– pirituales en términos espirituales. El hombre na– turalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios; son necedad para él. Y no las puede conocer pues sólo espiritualmente pueden ser juzgadas. En cam– bio, el hombre de espíritu lo juzga todo; y a él nadie puede juzgarle" (1 Co 2, 10-15). "Dios es el único juez y escrutador del corazón humano. Por ello nos prohibe juzgar la cu!pabili dad interna de los demás" dice el Vaticano 11 (4). Esto parece confirmarse por la interpretación re– formadora luterana, y hoy día por la socialista– marxista de que Jesús no enseñó una doctrina teó– rica, sino que simplemente nos legó su vida, su práctica, que cada uno ha de leer y reproducir (5). {4) Gaudlum et Spes. n9 28. (5) Cfr. FERNANDO BELO. Una lectura politlca del Evangelio. (Madrid. VfX, 1975} capítulo 6: Jesús no enseña. Ouisfera denunciar el to· mor exagerado frente al marxismo. Ciertamente es una fuerza to• ta]lzadora, opresora y despersona!lzante, pero al lado de estos de• fectos graves, hay valores positivos que hemos de recoger y no rechazarlos simplemente porque sean marxistas. Santo Tomás de Aquíno cuando trató de Introducir a Aristóteles como explicación de una filosofía cristiana. tuvo que sufrir duros ataques, porque se pensaba que una filosofía materialista y atea como la de Aristó· teles era incompatible con el cristianismo. A pesar de todo, la fl. losoffa aristotélico-tomista fue propuesta duranta muchos años co• 95

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