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cuelguen al cuello una de esas piedras de moli– no que mueven los asnos, y le hundan en lo pro– fundo del mar. ¡Ay del mundo por los escánda, los!" (Mt 18, 6-7). Y sin embargo Jesús .fue escán– dalo para los judíos. Aunque Cristo lo sabía, que su conducta. iba a escandalizar, no dejó de actuar según le exigía su conciencia. "Y se escandaliza– ban a causa de El" (Mt 13, 57). "Predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos" (1 Co 1, 23). En Pablo notamos cierta irritación por no poder actuar con entera libertad a causa de la estrechez de conciencia de otros. cristianos: "No me refiero a tu conciencia, sino a la del otro; pues ¿cómo va a ser juzgada la libertad de mi conciencia por una conciencia ajena? .Si yo tomo algo dando gcacias, ¿por qué voy a s.er reprendido por aquello mismo que tomo dando gracias?" (1 Co 10, 29-30). Es una crítica a los demás que se entrometen a juz– gar a sus hermanos, en vez de dejarlos actuar según su conciencia: "Dejemos de juzgamos unos a otros; juzgad más bien que no se debe poner tropiezo o escándalo al hermano" (Rm 14, 13). "No juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor" (1 Co 4, 5). Es a El a quien corresponde el juicio de las .conciencias: "El iluminará los secre– tos de las tinieblas y pondrá de manifiesto .los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda" (1 Co 4, 5j. Esto pone en evidencia que uno puede deformar su conciencia, por estrechez de miras, por tradi-. ciones humanas, por falsos doctores que nunca han faltado. "Por eso yo me esfuerzo por tener cons– tantemente una conciencia limpia ante Dios y ante los hombres" (Hech 24, 16). "Mantened una bue– na conciencia, para que aquello mismo que os echan en cara sirva de confusión a quienes criti– quen vuestra buena conducta en Cristo" (1 Pe 3, 16). El Vaticano 11 ofrece unas sugerencias,para for– mar rectamente la conciencia: "La verd.ad debe 85
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