BCCCAP00000000000000000000490

b) es princ,pJO de orac1on y de comunicac,on con Dios: "Nadie conoce lo íntimo de Dios sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios" (1 Co 2, 11-12). "Ignoramos cómo pedir pa– ra orar como conviene; mas el Espíritu mismo in– tercede por nosotros con gemidos inefables" (Rm 8, 26). c) es principio de todas las virtudes y obras buenas: "El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, man– sedumbre, templanza" (Gal 5, 22-23). 6) Esta transformación de hombre psíquico (na– tural) en hombre pneumático culmina con la resu– rrección, que es también obra del Espíritu: "Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resuci– tó a Jesús de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros" (Rom 8, 11). Antes había escrito: "El que se une al Señor, se hace un solo espíritu con El "(Rm 6, 17). Este empedrado de citas que el lector tiene que perdonar, pone en evidencia la importancia del Espíritu, su soberanía, y la imposibilidad -diga– mos metafísica- de que pueda ser suplido o sustituido por cualquier otra realidad terrena. Evely en uno de sus libros de denuncia profé– tica, dedica un capítulo a la autoridad en la Igle– sia. Y el primer aserto que establece es: El Espí– ritu, único jefe de la Iglesia. "La única autoridad en la Iglesia es el Espíritu de Jesús, que nadie puede confiscar, reglamentar, ni servirse de él: sopla absolutamente donde, cuando y como quiere. Su único límite es la libertad del hombre, pues el Espíritu de Dios es un espíritu de libertad" (2). "A lo largo de toda la historia de la Iglesia, han intentado sus jefes crear una organización lo bas- {2) L. EVELY, S/ la Iglesia no muere (Estel/a, Verbo Divino, 1976). pág. 39. 78

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz