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tienen que responder de su fe", etc ... El derecho a disentir lo expresan así: "Siempre que no esté en juego un artículo del Símbolo de la te de la Iglesia, todo cristiano tiene un derecho extremo a disentir. Siempre que para ello tenga motivos gra– ves, y después de haber escuchado con atención las explicaciones y una vez conocidos los moti– vos que ha tenido la autoridad para tomar una decisión en materia de teología, de moral o de disciplina, el cristiano conserva la libertad espi– ritual de mantener una objeción de conciencia. Debe entonces asumir con responsabilidad las con– secuencias de su disentimiento y seguir tratando de encontrar una mayor claridad de juicio entre sus hermanos, sin encerrarse en su desacuerdo" [7). Pues bien, en este contexto lo que queremos decir es que no siempre lo más perfecto será obedecer, someterse o callar. Que Dios nos puede pedir la obligación de no acatar ciertas leyes o mandatos. Que la tradicional resignación predicada desde los púlpitos puede ser un error, y que el Espíritu de Cristo nos puede pedir un inconfor– mismo con la injusticia y la opresión. "Si la Iglesia ha podido durante tanto tiempo ser un paradigma de sociedad férreamente estruc– turada y autoritaria, ha sido, en parte, porque los cristianos de la base no pudieron, no supieron y no quisieron ejercer su libertad de hijos de Dios. La libertad no es solamente un derecho sino una virtud que se consigue, se conserva y se aumenta con el ejercicio de la misma. La libertad tiene que llegar a ser una virtud eclesial, es decir, tiene que ser ejercida lo más adentro de la Iglesia que se pueda y no al margen o en la frontera de la mis– ma. A los forjadores de la nueva faz de la Iglesia les toca ser importunos y hasta molestos" [8). En el comunicado de Los Negrales tomamos los postulados fundamentales de la acción no-violen– ta, propuestos por la teología de la liberación: (7) Manfflesto de la libertad cristiana (Madrid, Cristiandad, 1976) pág. 107. (8) AOVIRA TENAS, Jesús contra el sistema, pág. 96.97. 72