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gálatas expresa el pensamiento paulino: su queja contra los falsos hermanos que espían "la libertad que tenemos en Cristo Jesús con el fin de t·edu– cirnos a esclavitud" (Gal 2,4). "Mientras el here– dero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo. De igual manera, también nosotros cuando éramos menores de edad, vivíamos como esclavos ... Pero al llegar la plenitud de los tiem– pos, envió Dios a su Hijo para rescatar a los que se hallaban bajo la ley ... " (Gal 4, 1-5). La contra– posición de las dos alianzas queda iluminada con 1 a comparación de las dos mujeres de Abraham: Agar y Sara, una esclava y otra libre. Nosotros so– mos hijos de la libre (Gal 4, 21-31). la exhorta– ción general de la carta se abre con aquel grito esperanzador: "Para ser libres, nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud" (Gal 5, 1) (3). Hoy hemos sustituido el yugo de la ley judía por otros yugos de tradiciones, prescripciones y leyes tan onerosas como las de la antigua alianza. Y sentimos el riesgo de nuestra libertad, y el afán de proclamar la exigencia de aire puro, como Juan XXIII, abriendo las ventanas de una Iglesia cerrada durante siglos, con atmósfera enrarecida e irrespirable. Y no .es libertinaje lo que queremos. Queremos la fidelidad al Espíritu, el retorno al paisaje sen– cillo del Evangelio, la alegría de vivir. ¿Es que rechazamos toda ley? De ninguna ma– nera. La libertad tiene sus límites, y es preciso tenerlo en cuenta. Límites de la libertad la libertad cristiana no es total. Dios es el ser libre por esencia. El hombre lo es por participa– ción. (3) Sobre este tema hr snlído recientemente un trabajo: F. PASTOR RAMOS, La libertad en la carta a los gálatas. Estudio exegético• teológico (Madrid, Espasa, 1977). 66
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