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lidad. Pero desde el momento que el concepto de hijo se enriquece con el de hermano, nos encon– tramos ya en línea también horizontal. La encar– nación hace a Dios en algún modo asequible en el ámbito de lo humano y no sólo en la zona de lo trascendente. Es como si Dios se hubiese secula– rizado, desacralizado. Estos conceptos de desacra– lización y secularización no son meramente nega– tivos, sino que contienen un valor que los firman– tes del comunicado de Los Negrales aceptamos sin ningún complejo. En consecuencia, se impone una síntesis entre el siervo de Dios que Cristo asume, y su señorío que le compete como Dios, o mayorazgo como hermano mayor. Y es que precisamente la "ma– yoría" o dominio se ejerce sirviendo. "Los reyes de las naciones les dominan ... Pero vosotros na– da de eso" (Le 22, 25). En Jesús ser señor y ser siervo son una misma cosa: "El mayor entre vos– otros sea como el menor y el que manda como el que sirve" (Le 22, 26). e) Conclusión: Jesús es libre y liberador Porque es Dios. Y ya lo explica.mas. Dios es el único Señor, por tanto el verdaderamente libre. No está sometido a nada ni a nadie. Pero además es liberador, porque se ha constituido Padre. Para que las relaciones fuesen de amor y no de temor. Para darnos la herencia, la participación, la mayo– ría de edad, el testamento de su voluntad. O sea, que en esos dos atributos de "Señor" y "Padre" vemos la raiz de su ser libre y ser liberador. Y en Jesucristo, el Unigénito del Padre y Se– ñor, se repite la razón germinal de ser libre y li– berador. Jesús es libre Es una de las primeras impresiones que se ob– tienen leyendo el evangelio: Jesús obra con abso- 47

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