BCCCAP00000000000000000000490
Igualmente cuando Cornelio se postra ante Pe– dro, a éste le falta tiempo para mostrar la direc– ción que debe dar a su alabanza: "Levántate, que también yo soy un hombre" [Hech 10, 26). Y des– pués, cuando lo bautiza, Pedro justifica su modo de proceder ante los demás cristianos: "Acaso puede alguno negar el agua del Bautismo a éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?" [Hech 10, 47). "Si Dios les ha concedido el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Se– ñor Jesucristo, ¿Quién era yo para poner obstácu– los a Dios?" [Hech 11, 17). ¡Magnífica constatación de la subsidiariedad humana frente a Dios! El Concilio de Jerusalén es la promulgación del respeto a la acción de Dios, sin que el hombre se atreva a interferir u obstaculizar: ¿"Por qué tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar? Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Se– ñor Jesús, del mismo modo que ellos" (Hech 15, 10-11). Sí, Dios es insustituible, y sería blasfemo atri– buirse protagonismo alguno en la obra de la sal– vación. la reacción de Pablo y Bernabé en listra frente a quienes los toman por dioses, elimina toda confusión: "Nosotros somos también hom– bres, de igual condición que vosotros, que os pre– dicamos que os volváis al Dios vivo que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto en ello hay" [Hech 14, 15). Olvidamos a veces una verdad tan sencilla y evidente como la de nuestra realidad humana, que somos hombres, y caemos en la tentación del pa– raíso: "Seréis como dioses" [Gen 3, 5). Es impres– cindible erradicar esa tonta vanidad de creernos dioses, y aceptar la humilde realidad de nuestra condición humana. Jardiel Poncela en una de sus novelas humorís– ticas, "La tournée de Dios", describe el caso fan– tástico de la venida de Dios en forma humana a la tierra. Y curiosamente presenta a la persona 38
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz