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cansado de los pastores de Israel, porque sólo se preocupan de apacentarse a sí mismos, no de apacentar a las ovejas, a las que tratan despia– dadamente. La reacción del Señor es definitiva. Ahora no va a haber más pastor que El. Enviará al Ungido. Yavéh Dios estará con su pueblo (Eze– quiel, capítulo 34). El peligro para nosotros es pen– sar que estas profecías del antiguo Testamento na– da tienen que ver con la Iglesia, que nosotros po– demos permitirnos adueñarnos de las ovejas y explotar/as a nuestro antojo. Nos hemos olvidado de sus palabras: "Aquí estoy yo contra los pas– tores. Reclamaré mi rebaño de sus manos" (Ez 34, 1O). la función pastoral es una seria respon– sabilidad que debe impulsar no a encadenar a la oveja para no perderla (no enterrar el talento pa– ra no perderlo) sino a dejarla crecer para entregar– /a un día al único pastor del rebaño. El perdón La potestad de perdonar los pecados es conce– dida por Cristo a los Apóstoles después de su resurrección: "A quienes perdonéis los pecados, les. quedan perdonados; a quienes se los reten– gáis, les quedan retenidos" (Jn 20, 23). La actitud de perdón aparece siempre preferen– temente a la actitud de retención del pecado. La negativa del perdón únicamente se da cuando fal– ta el arrepentimiento (Mt 18, 16-17). y es más bien por defecto del pecador que por decisión del apóstol. Este tiene que estar en disposición de per– donar siempre: "¿Cuántas veces tengo que perdo– nar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta 7 veces? Díce/e Jesús: No te digo hasta 7 veces, sino hasta setenta veces siete" (Mt 18, 21-22). "Si tu hermano peca, reprénde/e; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti diciendo: Me arrepien– to, le perdonarás'· (Le 17, 3-4). Esta actitud debe ser general en t.odos los cris– tianos: "Habéis oído que se dijo: ojo por ojo y 36

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