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111 DIOS ES INSUSTITUIBLE "Está sobre todos, por todos y en todos" (Ef. 4, 6). Este tema no lo tratamos expresamente en los Negrales. Pero va de tal manera implicado en los dos capítulos precedentes, que me ha parecido oportuno explayarlo aquí. En los capítulos suce– sivos, volverán las mismas ideas. En todo el co– municado de los Negrales subyace esta idea: El solo Señor y Padre es insustituible. Esto, que re– sulta de una evidencia manifiesta y que puede con– siderarse con valor de principio; es algo que en la práctica nos empeñamos en negar o desvalori– zar. A Dios lo estamos sustituyendo a cada paso por mil sucedáneos. Y esto incluso a nivel de Igle– sia. Se diría que vivimos el proceso inverso de Juan el Bautista, que con gran realismo confesa– ba: "Es preciso que él crezca y que yo disminuya" (Jn 3, 30). Nosotros nos empeñamos en ci-ecer, en aumentar nuestras atribuciones, ostentación, bu– rocracia, y al Señor lo vamos ocultando o sustitu– yendo por secretarios que nos cierran el paso y el acceso a quien es "Cabeza suprema de la Igle– sia, que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo" (Ef 1, 22-23). Las emulaciones por encaramarse no son de ahora. Los Apóstoles cedieron a esa tentación tan humena. Santiago y Juan ambicionaban sentarse a la derecha e izquierda de Cristo: "No sabéis lo que pedís" (Mt 20, 22). En otras ocasiones la discusión debió de generalizarse: "¿De qué dis– cutíais por el camino? Ellos callaron pues por el camino habían discutido entre sí quién era el ma– yor" (Me 9, 33-34). Cristo les propone la metodo- 29

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