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los demás. Por tanto todos los demás, que somos todos los hombres y mujeres que han existido, existen y existirán, tenemos como misión funda– mental en la vida la de servir a Dios. Es el princi– pio ignaciano de los Ejercicios: "El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor" (6). Aquí radica la tentación perenne del hombre: ne– gar su condición de servicio, tratar de suplantar a Dios e igualarse a El. "El día en que comiéreis del fruto, se os abrirán los ojos y seréis como dio– ses" (Gen 3, 5). Los profetas satirizan la ambición de los tiranos y su fracaso: "¡Cómo has caído de los cielos, Lucero, hijo de la Aurora! ¡Has salido abatido a tierra, dominador de naciones! Tú que habías dicho en tu corazón: Al cielo voy a subir, por encima de las estrellas de Dios alzaré mi tro– no, y me sentaré en el Monte de la Reunión, en el extremo norte. Subiré a las alturas del nublado, me asemejaré al Altísimo. ¡Ya! Al seol has sido precipitado, a lo más hondo del pozo" (Is 14, 12-15). El pecado de Israel, y el de todo hombre, se reduce fundamentalmente a esto: "¡Oh tú, que rompiste desde siempre el yugo y, sacudiendo las coyundas, decías: No serviré!" (Jer 2, 20). Las reac– ciones de Dios manifiestan claramente sus ce– los, que en los profetas se describen como los del enamorado despreciado por su novia (véase sobre todo Oseas) y que no está dispuesto a compartir su amor con ningún otro amante. "El celo de Yahvéh consiste en que él quiere ser el único Dios de Israel y no está dispuesto a compartir su de– recho a la reverencia y al amor con ninguna otra potencia divina" (7). Este es el significado de nuestro primer punto del mensaje de. Los Negrales: Dios, el único Se– ñor. Este era el tema de la meditación del pobre– cilio Francisco de Asís cuando a la luz divina se (6) JGNACIO DE LOVOLA, Ejercicios espirituales, Primera semana, Prln_ clp/o y fundamento. (7) AAD, o.e., pág. 267. 18

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