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termedio de los sacerdotes u ofrecer sacrificios: es preciso am3r a los hombres, respetar al hom– bre. La. religión no es ya el refugio que permite al hombre emigrar de la historia; todo el cristianismo es el compromiso de Dios en la liberación del hom– bre" (5). La secularización nos lleva hacia un nuevo con– cepto de Dios. A lo largo de la historia ha habido muchos conceptos de Dios, que correspondían a las culturas de cada época. Predominaba la orien– tación hacia el pasado y proyectábamos a Dios so– bre el pasado. La eternidad era como un pasado petrificado o fosilizado. En la cultura de hoy, con el rostro vuelto hacia el futuro, Dios será un Dios de futuro. Será un Dios enteramente nuevo, un Dios siempre por descubrir, un Dios que nos da él encargo de ponernos en camino hacia la tierra prometida, una tierra que está por construir y cu– ya construcción se nos encomienda. ¿ Qué función desempeñará la fe en un mundo secularizado? Tendrá una misión doble. En ningún modo realizará el papel sustitutivo de la religión, interfiriendo en las tareas seculares. Simplemente la fe impedirá que la secularización derive hacia un secularismo, que la abstracción de Dios revier– ta en una negación de Dios. Y además la fe reali– zará una función crítica, sobre todos los proyectos que se presenten como definitivos y contra la ilu– sión de pensar que la técnica pueda resolver el su– premo problema existencial. La fe nos dirá que todo proyecto humano es relativo y que la salva– ción definitiva del hombre nos vendrá únicamente de Dios. Para resumir este punto puede servirnos de ejemplo la anécdota tan conocida de San Isidro La– brador que dedica parte de su tiempo a hacer ora– ción. Los ángeles, mientras tanto, conducen la yunta y aran la tierra. La escena es proyección de una mentalidad sacralizante. Interviene lo divino en lo secular. Y se nos presenta como modélico y aleccionador. Puede surgir aquí el ilusionismo (5) EVELY, Si la Iglesia no muere, pp, 87-88. 185 13 Liberación de la \/ida rellglosa