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mantenernos a la escucha. Y éste es el concepto básico de oración. La comunidad en cuanto tal ha de estar a la escucha. Ponemos el acento en el adjetivo "comunitaria". No nos conformamos con una comunitariedad que es simplemente contigüedad física, Lo co– munitario ha de ser afectivo: en nuestra oración hemos de poner en común nuestras inquietudes y nuestros afanes, manifestar nuestras peticio– nes y exponer a los hermanos lo que el Espíritu Santo nos dicta. También oiremos lo que les dice a los demás. Y estos momentos comunes, estas sentadas en torno a una mesa, sobre todo partici– pando de la Eucaristía, sin prisa, serán el nervio de nuestra vida fraterna. Como los primeros cris– tianos. Como María, prototipo de todo cristiano. Tenemos que nacer de lo alto. Lo que significa que nuestra nueva vida es don, es gracia. Y con– secuentemente entrega a los demás, servicio de la Palabra y de nuestra vida. "Anunciad a los pueblos qué habéis visto y oído; aclamad al que viene como la paz, bajo un clamor de olivos" (7). (7) Himno 211 de vísperas, oficio fer/al. do la liturgia de le.11 Horas. 180
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