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La libertad de Dios se manifiesta en su impre- •. visibilidad. "Mis pensamientos no son vuestros J pensamientos ni vuestros caminos son mis cami- j' nos. Porque cuanto aventajan los cielos a la tie– rra, así aventajan mis caminos a los vuestros, y mis pensamientos a los vuestros" (Is 55, 8-9). Abraham es el caso típico. Escogido por Dios · para ser padre de un pueblo numeroso cuando ya era anciano y siendo su mujer Sara estéril, la pro– mesa de su paternidad lo hace reír (Gen 17, 17) lo mismo que a su mujer [Gen 18, 12). Y después de haber tenido a Isaac, Dios le pide que se lo sacrifique (Gen 22). Solamente aceptando que los', planes de Dios se pueden cumplir del modo más ) insospechado, Abraham se fia de Dios. "Esperan– do contra toda esperanza, creyó ... La incredulidad no lo hizo vacilar, antes bien su fe se llenó de fortaleza y dio gloria a Dios persuadido de que poderoso es Dios para cumplir lo prometido" [Rom 4, 18-21 ). De hecho, Juan el Bautista dirá a los fa. riseos y suduceos: "Dios puede de estas piedras dar hijos a Abraham" (Mt 3, 9). Parece que se complace el Señor en demostrar · su libertad escogiendo los caminos menos proba- , bles para realizar sus planes: la esterilidad como 1 camino de la fecundidad, por ejemplo. Son los casos de Sara; de la madre de Sansón (Jueces, 13, 2); de Ana, la madre de Samuel (1 Sam 1, 6); de Isabel, la madre del Bautista (Le 1, 36). La mis– ma Virgen, Madre del Salvador, sin ser estéril, con– cibe virginalmente, sin obra de varón (Le 1, 34). La Escritura lo reconoce abiertamente: "La estéril da a luz siete veces, la de muchos hijos se mar– chita" (1 Sam 2, 5). "El asienta a la estéril en su casa, madre jubilosa de hijos" [Sal 112, 9). "Gri– ta de júbilo, estéril que no das a luz, rompe en gritos de júbilo y alegría, la que no ha tenido los dolores; que más son los hijos de la abandonada que los hijos de la casada, dice Yahvéh" (Is 54, 1). Puede tratarse de un esquema literario, pero prescindiendo de su veracidad histórica, sirve de 15