BCCCAP00000000000000000000490
e) Libertad de los hlios de Dios No quería en lo más mínimo reducir este don de Dios. Nada de atar cargas pesadas (Mt 23, 4). Simplemente el evangelio. Nos dice Celano: "Es– cribió con sencillez y pocas palabras una regla sirviéndose principalmente de las propias expresio– nes del santo evangelio, a cuyo fiel cumplimiento únicamente tendía. Añadió, sin embargo, algunas pocas cosas más, las absolutamente indispensa– bles para el gobierno de la vida religiosa" (28). Y San Buenaventura cuenta: "Oyó una voz del cielo que le dijo: Con esas migajas haz una hostia y da de comer con ella". El significado de esto se le explicó más tarde: las migajas vistas por ti significan las palabras del santo evangelio; y la hostia formada con aquellas migajas representan la regla de tu Orden" (29). Fuera de esto, Francisco respetaba el carisma y el espíritu de cada uno. "Libremente hagan de sus cosas lo que el Señor les inspirare" (30). Se– gún el santo evangelio, les sea lícito comer de todos los manjares que les pusieren delante" (31). "Como a ellos pareciere que mejor conviene, se– gún Dios" (32). "Sobre todas las cosas deben de– sear tener el espíritu del Señor" (33). "Si alguno de los frailes, por divina inspiración, quisiere ir en– tre los sarracenos y otros infieles, pidan licen– cia ... " (34). En el franciscanismo, los superiores recibieron por primera vez en la historia el nombre de "mi– nistros", que etimológicamente significa servido– res. El Ministro General puede ser depuesto por los otros ministros "si no es suficiente para el servicio y común utilidad de los frailes" (35) y por {28) CELANO, Vida primera, cap. 13. {29} S. BUENAVENTURA, Leyiinda, cap. 4. (30) Regla segunda, cap. 2. (31) Regla segunda, cap. 3. (32) Regla segunda, cap. 7. (33) Regla segunda, cap. 10. (34) Regla segunda, cap. 12. (35) Regla segunda, cap. 8. 164
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz