BCCCAP00000000000000000000490
cluía. Resumiré los aspectos primordiales refe– rentes al tema de la reparación de la Iglesia. aj El Evangelio antes que las tradiciones humanas Con el transcurso del tiempo, somos proclives a absolutizar las costumbres, las tradiciones, y vamos perdiendo de vista el evangelio. El reproche de Cristo a los fariseos no está pasado de moda: "Habéis anulado la Palabra de Dios por vuestra tradición" (Mt 15, 6). Francisco escucha el evangelio. Y lo pone en práctica con una fidelidad que impresiona. "Esto es lo que yo quería, esto es lo que yo buscaba, y esto con todo el corazón deseo cumplir" (22). En su testamento entona un canto al evangelio que nos transmite espíritu y vida: "Los muy santos nombres y palabras suyas (del Hijo de Dios) escri– tas, donde quiera que las hallare estar en lugares no debidos, quiero recogerlas y ruego sean reco– gidas y en lugar honesto colocadas. Y a todos los teólogos y a los que nos administran las santísimas y divinas palabras debemos honrar y venerar como a quienes nos administran espíritu y vida" (23). Pero el Evangelio no es para conservarlo bien guardado y con todos los honores, sino para ser vivido. Por eso no tiene inconveniente en despren– derse del único ejemplar del Nuevo Testamento que tenían, porque es mejor practicar la caridad que retener el libro del evangelio sin caridad: "Se– rá más agradable a Dios que leer en él" (24). b) Fraternidad y Minoridad La idea tan fundamental del evangelio "Vosotros sois todos hermanos" (Mt 23, 8) estaba bastante oscurecida. En todos los aspectos: autoridad, po– der, riqueza, egoísmo, soberbia eran la conculca– ción de la fraternidad de todos los hombres. (22) CELANO, Vida primera, cap. 9. (23) Telilamento de s. Francisco. (24} Leyenda de los tres compañeros, cap. 60. 162
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz