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más rígidas dei Santo es precisamente la que to– ma con aquellos de sus frailes que dejasen de ser católicos: "Y si se hallasen algunos que no fue– sen católicos, todos los frailes, donde quiera que estén, sean obligados si en alguna parte hallaren algunos de ellos, a presentarlo al Custodio. Y el Custodio esté obligado a guardarlo firmemente, co– mo a hombre en prisiones ... " [9). Es un método propio de aquellos tiempos, no para imitnr en nuestros días. Pero es detalle que demuestra has– ta qué punto Francisco no toleraba una reforma de la Iglesia rompiendo con la misma. Su Regla termina estableciendo que la Orden tenga un car– denal protector "para que, siempre súbditos y su– jetos a los pies de esta santa Iglesia, sean firmes en la fe católica" (10). En d santo de Asís no se encuentra esa acritud y crítica verbal contra el clero, por muy depravada que fuese su vida. "Después me dio el Señor y da tanta fe en los sacerdotes que viven según la forma de la santa Iglesia Romana por el orden que tienen, que si me persiguieren, quiero recu– rrir a ellos. Y si yo tuviese tanta sabiduría como Salomón, y hallase a los pobrecillos sacerdotes en las parroquias donde moran, no quiero predicar contra su voluntad. Y a ellos y a todos los otros quiero temer, amar y reverenciar como a mis señores, y no quiero en ellos considerar peca– do" [11). Llega a tanto su fidelidad, que aun en el caso extremo de que el superior mandase algo peca– minoso, y uno se viera obligado a desobedecer, no por eso debería romper con él: "Si el Prelado manda algo al súbdito que sea contrario a su al– ma, aunque no le obedezca, no se aparte por eso de su compañía. Y si por esto algunos le persi– guieren, ámelos más por Dios. Porque el que antes desea sufrir persecución que separarse de sus hermanos, verdaderamente permanece en la per- (9) Testamento da S. Francisco. (10) Regla segunda, cap. 12. (11) Testamento de S. Francfsco. 158
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