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cen la verdad los tomen con acción de gracias. Pues toda criatura de Dios es buena y nada hay repudiable tomado con acción de gracias" ('I Tim 4, 3-4). Este es el principio fundamental. Junto a él, el respeto inviolable a la propia conciencia o a evitar el escándalo a los demás. El capítulo 14 de la carta a los romanos es clarificador. En fin, que para Pablo todo es bueno y que únicamente porque algunos se han formado una conciencia errónea, estos tales deben atenerse a las limita– ciones que su misma conciencia les impone, Lo que se requiere es una recta formación de la conciencia. Entonces estaremos abiertos a la fe– licidad y a la alegría, no en el sentido egoísta que vimos arriba, de una felicidad de simple consu– mo. Sería la lucha entre todos, la ley del más fuerte en el acaparar para uno mismo despreocu– pándose de los demás. Sino que la felicidad que se nos propone es la de la donación y coparticipa– ción, la de la ley del amor, la del que está dis– puesto incluso a sufrir uno mismo por hacer feli– ces a los demás. La conciencia errónea de los demás es un Jím;.. te a la conciencia recta y verdadera del que juzga que todo es buer.o. Por eso urge el liberar a todos de esas concepciones nada cristianas de que hay cosas malas [dejando a parte, claro está, el mal uso que se puede hacer de las cosas buenas). Es una tarea que nos hemos de Imponer todos: ser apóstoles de la bondad que nos rodea. Refiriéndose precisamente a esto, San Pablo dice: "Serás buen ministro de Cristo Jesús si enseñas estas cosas a los hermanos" (1 Tim 4, 6). Ampliemos los hori– zontes de la bondad y disfrutemos de la libertad de los hijos de Oías, no viéndonos esclavizados por consideraciones estrechas, rigoristas, que no pro– ceden de nuestro buen Dios. El satisfacer las exigencias verdaderamente hu– manas no puede ser contrario a la voluntad de Dios. Pero en la vida religiosa existe el peligro de la falta de respeto que se debe a toda perso– na, bajo pretexto de una dedicación a la gloria de 151