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León a conservar su paz en medio de la incom– prensión e injurias de los hombres: "Si nosotros llevamos todas estas cosas con paciencia y ale– gría, pensando 0n las penas de Cristo bendito, las cuales nosotro9 debemos sufrir por amor, escribe, Fr. León, que en esto está la perfecta alegría" (4). Es lamentable que a veces se hayan aceptado como válidas, formas de mortificación que son más bien manifestaciones maniqueas, concepcio– nes peyorativas del cuerpo o de las cosas mate– ria/es o incluso tendencias masoquistas de per– sonas desequilibradas. Conviene aclarar conceptos y dejar bien asentada nuestra vocación integral a la felicidad y alegría. La Bondad que nos rodea Hay que partir de la verdad fundamenta/ de que todo ha sido creado por Dios. Y que lo que Dios ha hecho, es bueno. El estribillo del Génesis "y vio Dios que era bueno", es harto elocuente. Los hombres podremos hacer mal uso de las cria– turas, pero ellas no son malas. Después, con el correr del tiempo, hemos ido introduciendo un tanto arbitrariamente una doble clasificación: esto es bueno, esto es malo. Y el Señor tuvo que dar una lección en este sentido al primer Papa, a San Pedro, para dejar las cosas bien claras desde el principio. Fue el motivo de la visión de Jope. Pedro vio un mantel con toda clase de alimentos y se le invita a comer. "De ningún modo, Señor, porque jamás he comido cosa profana o impura". La voz le dijo de nuevo: Lo que Dios ha purificado, no lo llames impuro" (Hch 10, 14-15). San Pablo tenía ideas muy precisas al respecto y no estaba dominado por ningún prejuicio. Por eso se irrita contra los impostores "que proscri– ben el matrimonio y prohiben alimentos que Dios ha creado para que los creyentes y quienes cono- (4) Floreclllas de S. Francisco, cap. 7. 150
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