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cedo ni mi prez a los ídoios" (Is 42, 8). "Antes de mí no fue formado otro Dios, ni después de mí lo habrá. Yo, yo soy Yahvéh, y fuera de mí no hal sal- , vador" (Is 43, 10-11). ''No hay otro Dios fuera de J mí" (Is 45, 18 y 21 ). El título de Adonaí, "Señor", acaba por convertirse en un nombre propio de Dios (3). Nada se escapa a su poderío: "Si hasta los cie– los subo, allí estás tú; si en el seo! me acuesto, allí te encuentras" (Sal 139, 8). No sólo en el es– pacio, también en el tiempo: "Antes que los mon– tes fuesen engendrados, antes que naciese tierra y orbe, desde siempre hasta siempre tú eres Dios" (Sal 90, 2). La conclusión es obvia: no h.aY sitio ni tiempo para otro señot. Cualquier otro señor, cualquier otro dios será un usurpador. Sí, Dios es celoso de su señorío absoluto y no lo delega en nadie. Puede ser significativo el pa– saje de la historia de Israel cuando el pueblo re– chaza al profeta porque quiere un rey: "Mira, tú te has hecho viejo y tus hijos no siguen tu camino. Pues bien, ponnos un rey para que nos juzgue, co– mo todas las naciones" (1 Sam 8, 5). Dios consuela al profeta Samuel: "No te han rechazado a ti, me han rechazado a mí para que no reine sobre ellos" (1 Sam 8, 7). Por eso, tenemos que escribir en el frontispicio de nuestro ideario, de forma lacónica y lapidaria: UN SOLO SEl\!OR (Ef. 4, 5). Y la postura canse- 7 cuente es la de San Francisco de Borja ante e1 . cadáver de la emperatriz: "No más servir a señor ' que se me pueda morir". " Se dirá que todos los cristianos estamos de acuerdo, que somos monoteístas, y que es tiempo perdido el empleado en inculcar esta verdad. Ya dijimos que todo principio tenía que ser evi– dente, o admitido por todos, pues de lo contrario no se podía dar un paso lógico si no se acepta el antecedente .. Sí, todos los cristianos estamos de (3) Cfr. LEON_DUFOUR, Vocabulario de Teologia Bfbflca (Barcelona, Her• dar) en las palabras "Dios", "Yahvéh", "Set'ior". 13

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