BCCCAP00000000000000000000490

partes: "Entra en el gozo de tu Señor" (Mt 25, 21). En el cielo los ángeles y los santos se alegran: "Os digo que habrá más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan penitencia" (Le 15, 7). "Así se alegrarán los ángeles de Dios" (Le 15, 10). Y el Apocalipsis nos recuerda que "Dios enjugará todas las lágrimas de sus ojos" (7, 17). El cielo viene a ser como un tesoro y aunque es preciso desprenderse de todo para adquirirlo, ese desprendimiento se hace con alegría: "lleno de alegría, va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo" (Mt 13, 44). San Juan ha recogido diversas consideraciones del Maestro sobre este gozo profundo: "Os he di– cho estas cosas para que mi alegría esté dentro de vosotros, y vuestra alegría sea completa" (Jn 15, 11). "Vuestro corazón se alegrará y nadie os quitará ya vuestra alegría" (Jn 16, 22). "Digo estas cosas para que tengan en sí mismos la plenitud de mi gozo" (Jn 17, 13). Los primeros cristianos captaron perfectamente el significado del mensaje de salvación, un men– saje de buenas nuevas, de alegría, de esperanza y no de pesimismo o tristeza. Los Hechos de los Apóstoles lo hacen notar: "tomaban juntos el ali– mento con alegría y sencillez de corazón, alaban– do a Dios y hallando favor ante todo el pueblo" (Hech 2, 46-47). San Pablo escribe en sus cartas: "Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres" [Fil 4, 4-7). "Por lo demás, herma– nos, alegraos, sed perfectos" (2 Co 13, 11). Y cuando hace la colecta para los cristianos de Je– rusalén, tiene una observación valiosísima de apli– cación universal: "Cada uno dé según determinó en su corazón, no de mala gana, ni por necesidad, pues Dios ama al que da alegremente" (2 Co 9, 7). He aquí una razón fundamental para cumplir to– das las exigencias de nuestra vida cristiana con corazón alegre: Dios ama a la persona alegre y no al que cumple por temor. Tiene que ser así: 144

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz