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LLAMADOS A LA FELICIDAD ..,Y vio Dios que estaba bien" (Gen 1, 10). El ambiente normal del Cristiano y del religioso debería ser de alegría. Y sin embargo no suele ser así. Incluso se mira con recelo y desconfianza la misma alegría, y hay cierta inclinación a· identificar una vida de servicio al Señor con la me– lancolía o, la tristeza. La alegría profunda, serena, es una señal de au– tenticidad de nuestra vocación. Intentemos refle– xionar sobre los motivos y razones de una vida · alegre, signo para nosotros mismos y para los demás, de acierto en el camino emprendido. El Evangelio, una buena noticia Ese es el sentido etimológico de la palabra "evangelio". Pero sobre todo el contenido del men– saje es algo gozoso, incompatible con la tristeza. San Mateo describe el comienzo de la predi– cación de Cristo: "Recorría Jesús toda Galilea, pre– dicando el evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias del pueblo" (Mt 4, 23). La buena noticia del Reino va acompañada del signo liberador de enfermedades y dolencias. San Marcos repite textualmente: "Se ha cum– plido el tiempo y el Reino de Dios es inminente. Arrepentíos y creed en el Evangelio" (Me 1, 15). La palabra "arrepentíos" ha podido ir asociada a las ideas de dolor, austeridad, lágrimas y otras por el estilo, con que nuestra mentalidad identi– fica la palabra "penitencia". En realidad, el arre- 141
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