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dad en el amor es ilusoria, mientras que una unidad en el amor sin unidad es la fe, tiene sen– tido" (14). Es archiconocida la afirmación paulina: "Aun– que tuviera plenitud de fe como para trasladar mon– tañas, si no tengo caridad, nada soy" (1 Co 13,2). Es un principio de unidad que brota del mismo Espíritu que es amor y libertad, y que tiene la su– ficiente fuerza de cohesión para realizar la unidad de la minoría que es homogeneidad reducida, y de la unidad de la mayoría que es al mismo tiempo homogeneidad en•1olvente o heterogeneidad. Es la pluriformidad católica, la unidad en la variedad, la universalidad ("unum versus alia"). Nos sentimos unidos porque nos sentimos libres en el amor. La unidad que entendemos para la Iglesia es la unidad resultado de una opción personal y libre por Cristo y su proyecto de vida, una unidad que "no se funda en la alianza con el poder, sino al contrario, desear.fía de él porque sabe que el po– der ata más que las cadenas" (15). Una participa– ción común en la vida, en el amor, más que en una referencia a la autoridad, una unidad pluralista, no monolítica, respetando los múltiples medios que existen y que se pueden emplear en orden a con– seguir los mismos objetivos. Siendo Cristo y su vida, el punto de referencia; el Espíritu, el inspira– dor de nuestra acción; el amor, la norma; la liber– tad, la atmósfera que respiramos, y Dios, el único Señor y Padre de todos. (14) GIRARDI. o.e., pág. 199. (15) GIRARDI, o.e., pág. 200. 139

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