BCCCAP00000000000000000000490

una narrativa y no una doctrina ... ¿En qué con– siste, entonces, la enseñanza de Jesús ya que, a pesar de todo, el texto dice varias veces que en– seña? Consiste justamente en ayudar a los acto– res a que lean lo que él hace, su práctica" (13). Las palabras mismas de Jesús así parecen ra– tificarlo: "No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" (Mt 7, 21). "To– do el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será corno el hombre prudente. . . todo el que oiga palabras mías y no las ponga en prác– tica, será corno el hombre insensato ... " (Mt 7, 24- 26). No tratarnos aquí la importancia de la fe o de las obras para salvarse, sino solamente el prin– cipio de unidad, que lo ponernos en la línea del amor, pero de ur, amor eficaz y práctico, que se manifiesta en las obras. Girardi escribió un párrafo que suscribo comple– tamente de acuerdo: "Una comunidad que uniera en nombre de Cristo al erno y al esclavo, al ex– plotador y al explotado, hoy sólo puede ser califi– cada de realidad contradictoria. Es en esto en lo que habría que pensar en primer lugar, y no en las divergencias confesionales, cuando se denuncia el "escándalo" de nuestras divisiones, y cuando se echa mano de la oración de Cristo por la unidad. En· el juicio final, en donde se llevará a cabo la discriminación profunda y definitiva de los hom– bres, la línea de separación no será la confesión de Cristo, sino el amor a los hombres. Por tanto, ya desde ahora, las rupturas más profundas de la unidad cristiana son las del juicio final. ¿El verda– dero cismático no es aquel que se ha separado del amor de sus hermanos? Es precisamente la conciencia de esta contradicción la que explica el malestar de muchos ante un compartir la misma eucaristía, que se convierte en signo de una uni– dad muy ambigua. Una unidad en la fe sin uni- (13) FERNANDO BELO, Una lectura po/ftíca del Evangelio. (Madrid, ZYX. 1975} pág. 48. 138