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Dios es Señor La pedagogía divina a través del antiguo Testa– mento comenzó inculcando esta verdad a los hom– bres. En medio de un mundo politeista, Dios tuvo que convencer a los israelitas de que lo adoraran '1 a El solo: "No habrá para tí otros dioses delante de mí" (Ex 20, 3). No es una afirmación monoteista, sino de monolatría. "La misma autopresentación de Yahvéh en el culto: "Yo soy Yahvéh, tu Dios", presupone una situación politeista. Durante mucho tiempo existió en Israel un culto a Yahvéh que, con relación al primer mandamiento, era cierta– mente legítimo y sin embargo no era monoteista. Por este motivo se lo llama henoteisrno o mono- latría" (1). · "En la historia de los patriarcas no se encuen– tra ningún testimonio de un monoteismo explícito. El Dios de los patriarcas se distingue plenamente de los dioses locales de Canaán, pero no se habla de que no existan éstos. En cierto sentido nos en– frentamos con un gran silencio que se extiend_o sobre ellos y que más bien presupone su existe~– cia que la niega -aunque por otra parte, en el sentido de pura existencia-" (2). Es como si Dios les dijera: En la práctica, no contéis con otros dioses. Yo seré vuestro Dios y Señor, sólo a mí tenéis que obedecer. Dios es el solo Señor El segundo paso será el monoteísmo estricto. La narración del Génesis tiende a demostrar esta dependencia de todas las criaturas de un único ·señor. Pero serán propiamente los profetas quie– nes inculcarán la unicidad del Señor Dios: "Yo, Yahvéh, ese es mi nombre, mi glo1·ia a otro no (1] GERHAD VON RAD, Teología del Antiguo Testamento, vol. 1 [Sala– manca, Sígueme, 1975) pág. 270. (2) DEISSLER, la revefac/6n personal de Dios en el A.T., en la obra Mysterium sa/utis. vol. 11. tomo 1 (Madrid, Cristiandad, 1969) pág. 270. 12

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