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el grupo homogéneo-minoría que responda mejor a su manera de ser y de vivir. Toda imposición en .este sentido, que cóntraríe la tendencia de una . persona, es opres.ora y esclavizante. "La unidad y la universalidad de la Iglesia im– plican no la uniformidad, sino la diversidad de sus realizaciones. A quien quiera vivir como cris– tiano se le reconoce el derecho de vivir el tiem– po que sea preciso en unas comunidades de aco– gida, de búsqueda, de iniciación, que serán verda– deras células eclesiales aun cuando de momento no lleguen hasta el final de lo que puede hacer y ser la Iglesia. Esto vale lo mismo para la situa– ción catecumenal que para la práctica de los sa– cramentos" (2). A veces por la evolución normal de las cosas, individuos integrados en una minoría comienzan a sentirse a disgusto dentro de esa minoría. El grupo ha derivado hacia ciertas formas de vida que se consideran por algunos elementos del mismo grnpo como infidelidades. Se rompe la homoge– neidad y surge una nueva minoría, una nueva ho– mogeneidad, que en los comienzos encuentra la oposición de lo que ha comenzado a ser una ma– yoría o heterogeneidad. Dentro del Franciscanis– mo, el movimiento de los Observantes se indepen– diza frente a los Conventuales, y más tarde el de los Capuchinos frente a los Observantes. Cuan– do la nueva minoría tiene suficientes elementos de vida, llega a lograr su autonomía, y después de la incomprensión se pasa al respeto mutuo, a la coexistencia e incluso a la colaboración. También puede ocurrir que la nueva minoría no tenga los suficientes medios vitales de homogeneidad y des– aparece. Porque "todo casa dividida contra sí mis– ma no podrá subsistir" (Mt 12, 25). Habrá que de– jar a la historia el juicio sobre la validez o no de las minorías que pueden ir surgiendo. "Si es de Dios, no conseguiréis destruir, pero si esta obra es de los hombres, se destruirá", decía Gamaliel al Sanedrín (Hech 5, 38-39). {2) Manifiesto de la llbertad cristiana, pág. 121. 131