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cuestión a la decisión de la conciencia personal. En pocos años hemos pasado del negro al blanco, casi sin darnos cuenta" (5). Me llamó la atención la polémica del tribunal eclesiástico encargado de enjuiciar a Giordano Bruno, y las respuestas de éste a su interrogatorio, en una obra de teatro de Morris West. En un momento determinado, res– ponde Giordano Bruno. "Pero los límites cambian. Así, lo que podría quemarme ahora, mañana podría hacerme santo y doctor de la Iglesia. ¡Comprended mi problema! Cristo jamás oyó hablar de transubstanciación. Voto por Cristo, estoy bautizado dentro de la familia cristiana. ¿Soy luego expulsado por un nuevo vocablo con el que San Pa– blo podría ahogarse?" (6) .. Los ejemplos abundan. Es natural que en cir– cunstancias semejantes surja una postura de re– visión sobre la doctrina del magisterio infalible, tal como la polémica que un Hans Küng ha provc– cado con sus artículos y libros. Ha habido una inflación de magisterio. Se inten– taba tal vez monopolizar el pensamiento católico en muchas cosas accidentales que no eran nece– sarias, y se ha conseguido el efecto contrario. Todos se sienten capacitados para criticar a la autoridad. Los mismos integristas, defensores de la autoridad y de la obediencia ciega, cuando la autoridad no les apoya en sus pretensiones (vi– sionarios de Palmar de Troya, en Sevilla; Monse– ñor Lefevbre en Econe, etc ... ) no tienen incon– veniente en recurrir a la distinción entre Monti– ni y Pablo VI para poder rechazar tranquilamente lo que no les conviene de las enseñanzas roma– nas. Lo más lógico sería distinguir lo infalible de (5) MIRET MAGDALENA, la Innovación religiosa, en Triunfo, 3 noviem– bre 1973, pág. 51. (6) MORAIS WEST, El hereje {Santiago de Chile, Editorial Pomalre, 1969) pág. 126. 119
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