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mandó y todo quedó creado" (Sal 33, 9) de modo que se asombra de que -si el caso llega- su vo– luntad no se haya cumplido estrictamente y al ins– tante. Aun cuando no se proclame, todo poder tiende a ser absoluto, y el que lo detenta, sobre todo si no está frenado por riada, seg,·ega incons– _cientemente unas como hermorias sicológicas que le inoculan superioridad. Cuando este poder .sin ambages se declara absoluto, el monarca no puede menos ele sentirse un quasi-dios, con todas las con– secuencias" (2). · "Ello lleva insensiblemente a üna sacralización de las instituciones eclesiales, que parece una recaída en las actitudes criticadas por el autor de la carta a los hebreos ... La autoridad, sacramen– tal izada, abandonará definitivamente sus esfuer– zos por invertirse en _servicio de acuerdo con la pretensión de Jesús, y pasará a ser un principio formal, válido por sí mismo. La. idea primera del "siervo de los siervos" irá cediendo sitio hasta verse suplantada por la idea del "santo Pa– dre". Paralelamente, la obediencia, tan fundamen– ta_! en el Nuevo Testamento, no será un correlato del servicio del superior (Heb 13, 17) sino una consecuencia de su carácter segrado. La institu– ción, escatologizada, se convertirá en lo definitivo e inmóvil" (3). · Llegó un momento en que, facilitado sin duda por los medios de comunicación social, el magisterio eclesiástico se hizo habitual, casi cotidiana. Es ine– vitable que lo ordinario se desvalorice sicológica– mente. Entonces se produce cierto desprestigio del mismo, máxime si como es previsible, se en– cuentra uno con ciertas incoherencias, vacilacio– nes o marcha atrás ante la evolución de los tiem– pos y el progreso de las ciencias. No tenemos que olvidar, aunque se pretenda echar tierra enci– ma, los casos ele Galileo, el problema del evolucio– nismo y monogenismo, los géneros literarios de la Biblia, etc ... No hace mucho la Iglesia levan- (2) ROV1RA TENAS, o.e., pág. 19. {3) GONZALEZ FAUS, o.e., pág. 177. 117

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