BCCCAP00000000000000000000490
no en una obediencia irrncional, ciega, de coinci– dencia de objetivos y divergencia de corazones. Donde todos somos hermanos, la caridad es la norma que rige y no la vara, el castigo o la san– ción. Colocándonos en las coordenadas de un solo Señor y Padre, y fraternidad universal, la obedien– cia es ante todo docilidad a Dios, al Espíritu que resuena en lo íntimo de nuestras conciencias. Na– die puede ocupar el puesto de Dios porque Dios es insustituible. El Espíritu hace presente a Cristo en nuestros corazones, y la línea vertical de nues– tra obediencia va directamente de nosotros a Dios. "La idea unilateral dei Papa, Obispo, sacerdote, como otro Cris-¡o en la tierra, puede desenfocar la realidad. Todo cristiano está llamado a ser otro Cristo en el sentido que debe dejarse guiar por el Espíritu de Cristo. En la obediencia de todos al Espíritu. . . es donde cada uno vive la única obediencia al definitivo único Papa, Obispo, sacer– dote o carismático: nuestro Señor Jesús" (11 J. Es una obediencia caritativa, impregnada de amor. No es una obligación cumplida por temor, porque somos hijos y "no hay temor en el amor" (1 Jn 4, 18). Pero además la obediencia para nosotros tiene un sentido horizontal. Tenemos que servirnos unos a otros, repartirnos las responsabilidades, respe– tar la iniciativa y libertad de los hermanos, y con– tribuir en lo posible al crecimiento de todos se– gún los dones recibidos. En las relaciones inter– personales aceptamos el servicio de una jerar– quía que no nos impone sus criterios personales, sino que se sacrifica buscando el bien común. Pe– ro el bien común tiene en cuenta también las mi– norías, que no quedan aplastadas por una mayoría oprimente. Los preceptos que afectan personalmen– te a todos, deben ser aceptados personalmente por todos. Y esto lo consigue mucho mejor la caridad, la comprensión, el diálogo que la amenaza y la intransigencia. (11) HUIZING, o.e., pág. 173. 103
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz