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proyecc,on social, al exterior, la autoridad debe salvaguardar los derechos de las conciencias de los demás. la verdad se mueve entre dos polos: Cristo, Palabra de Dios, que hay que oír dócilmen– te, y la caja de resonancia que es la comunidad eclesial y que detectamos en el magisterio de la Iglesia como expresión de esa misma comunidad. El amor, el resoeto a los demás, vienen a ser una garantía de autenticidad de la Palabra que se im– pone a la conciencia y al magisterio. Copio de un buen teólogo: "En una comunidad de menores de edad las formas patriarcales de gobierno son inevitables e incluso necesarias. El ordenamiento eclesiástico no debe centrarse ya en el ámbito de la vida religiosa personal con dis– posiciones estrictas, sinp que debe más bien pro– curar instrucción y formación. El ámbito propio del ordenamiento es la regulación de las relaciones sociales e interpersonales, no de la vida personal del individuo. En este último ámbito unas normas canónicas estrictas pueden tener valor pedagógico para menores de edad en el aspecto religioso y para quienes todavía no son adultos. Pero cuando se trata de cristianos adultos, los preceptos en este ámbito han perdido su sentido" (10). En el encuentro de Los Negrales quisimos ha– cer constar que no nos considerábamos niños. Sos– pecho que no nos entendieron. Obediencia caritativa Completábamos en Los Negrales la idea de la autoridad con la de la obediencia, y afirmábamos: "Por la obediencia caritativa los hermanos se sir– ven recíprocamente, se fomenta la creatividad y corresponsabilidad y ponemos al servicio de to– dos, los dones de la propia personalidad". Nuevamente las palabras iban a ser diversamen– te interpretadas. Creemos en la obediencia. Pero (10} HUIZING, El ordenamiento eclesiástico, en Mysterlum Salutls, vol. IV, tomo 1/, pp. 176. 102

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