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¿Cuál es el servicio que la jerarquía ha de pres– tar a los hermanos? Prjmero: Ponernos en contacto con el Maestro, llevarnos a El. Por muchas circunstancias e im– ponderables, hay hombres que nunca tendrían la oportunidad de encontrarse con el Maestro. La autoridad eclesiástica debe señalarlo como Juan: "He ahí el Cordero de Dios". Los dos discípulos siguieron a Jesús ... Andrés se encuentra con su hermano Simón y le dice: Hemos encontrado al Mesías. Y lo llevó donde Jesús" [Jn 1, 35-42). Llevar a Jesús. Después ellos se callan y de– jan que sea Jesús quien hable y enseñe. ·Esta actitud de los Apóstoles es de una sublimidad extraordinaria. Decía el Bautista: "El que tiene la novia es el novio, pero el amigo del novio se ale– gra mucho con la voz del novio ... Es preciso que El crezca y que yo disminuya. El que viene de arriba está por encima de todos" [Jn 3, 29-31). Sería una grosería poner a uno en contacto con Jesús y luego no dejar hablar al Maestro, sino ponerse ellos a hablar y hablar, acallando la voz de Cristo. No, nosotrns no somos maestros, guar– demos silencio, que hable el Maestrn. Dejemos al novio con la novia y no interfiramos su coloquio de enamorados. Tenemos la impresión de que Jesús ha dismi– nuido, y en cambio han crecido las funciones de la jerarquía, sus atribuciones, leyes y rúbricas, y entre tanto ajetreo se va perdiendo el sonido de la voz de Jesús de Nazaret. Segundo: Además de llevar los hombres a Cristo para que El les enseñe, está la segunda función, también subsidiaria, de trasmitir la enseñanza de Jesús a quienes no pueden oírle. Cristo envía los Apóstoles por todo el mundo, a todas las gentes: "enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado" (Mt 28, 20). No a inventar nada, ni a imponer cosas nuevas, sino únicamente "lo que yo os he mandado". En todo apóstol, en todo obis– po o sacerdote, en todo cristiano, debe existir un miedo enorme a tergiversar, falsificar o imponer 99

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