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ser eficaces. Ante el rechazo de sus sugerencias y frente a la actitud intransigente y agresiva del grupo que podríamos llamar "monolíticamente definido", se reunieron a altas horas de la noche para exponer por escrito (ya que de viva voz pa– recía imposible lograrlo) sus anhelos, sus angus– tias y también sus esperanzas. Las ideas centrales de estos encuentros, en cierto modo "clandestinos", por miedo a los in– quisidores, pueden expresarse del siguiente modo: "Sólo Dios es Absoluto e Insustituible. La Vida Religiosa será útil y necesaria en la Iglesia cuando admite este atributo del Creador sin celos y se somete humildemente a replanteamientos. El reli– gioso debe serlo por libre voluntad y como con– secuencia de una llamada libremente respondida, por lo que no es legítimo "sujetar y ahogar" de tal manera sus más íntimos deseos que llegue a sentir que algo o alguien se encarga de preverlo todo por él. Por último, son importantes la institu– ción y los cánones que la rigen, pero se converti– rán en un estorbo cuando no estén al servicio de los individuos, sino de causas o proyectos ajenos a sus inquietudes y a los requerimientos del Es– píritu". El P. Carlos Bazarra no se erigió en líder polé– mico o acaparador. Ni su temperamento ni su fi– nura espiritual se lo permiten. Le pidieron los de– más que coordinase sus replanteamientos porque veían en él al hombre sensato, maduro, dispuesto al reajuste vital y a la readaptación oportuna. Anti– guo rector de los seminarios mayores de su Or– den, superior mayor en varias oportunidades, ani– mador espiritual de las comunidades, teólogo. pro– fundo y sensible pastoralista, honesto y noble pa– ra consigo mismo y para cuantos le rodean, el P. Bazarra está llamado a reflejar la imagen cor– dial y humilde de Francisco de Asís y a impulsar y acompañar con el propio testimonio las nobles aspiraciones de los religiosos más conscientes. lo que en este libro se puede leer es fruto de largas meditaciones, de diálogos francos; de su- 8