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Amó hasta ei fin.(Jn13,1) lentos, al que se limitó a devolver lo mismo que había recibido (cfr. Le 19, 22-26). El amor se aumenta amando, haciendo muchos actos de amor, de corazón y de obra. EL AMOR DE SI MISMO Es algo profundamente radicado en la naturaleza: cada uno se ama a sí mismo. Y Dios no sólo no lo prohibe, sino que lo manda y lo po– ne como regla de nuestro amor a los demás: «Cuanto quisiéreis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos» (Mt 7, 12). Porque también en cada uno de nosotros se manifiesta la bondad divi– na, y Dios nos ama: ¿Por qué no vamos a poder amar lo que Dios ama? Cada uno debe amarse a sí mismo con afecto interno, tratando de conseguir la vida eterna, y con obras externas, correspondientes a ese fin sobrenatural. El verdadero amor a sí mismo no está en concederse todos los caprichos y placeres, sino en saber sacrificar todo lo que 95

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