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acerque a Dios, crea que existe y que es remunerador de los que le buscan» (Heb 11, 6). Además, a quienes ha llegado el anuncio del Evangelio, tienen que creer en Cristo, su encarnación y redención. En concreto han de pres– tar asentimiento a toda verdad que proponga el Magisterio infalible de la Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Cristo. Si la fe es una entrega personal a Cristo, hemos de someter-– nos igualrn¡ente a los que prolongan y continúan la obra de Cristo en la tierra, a la Iglesia que es el mismo Cristo presente: místicamente: «El que a vosotros oye, a mí me oye» (Le 10, 16).. La fe, integralmente tomada, lleva consigo la entrega de todo el ser,. el obrar consecuentemente con esa fe. Porque se cree también con el corazón: «Con el corazón se cree para justificarnos» (Rm 10, 10), y «aun teniendo tanta fe que trasladara los montes, si no tengo caridad,. nada soy» (1 Cor 13, 2). Por eso es necesaria una fe viva y externa, que se manifieste en obras. PROPIEDADES DE LA FE En parte ya hemos indicado alguna: que ha de ser sobrenatural (infundida por Dios en el alma); que ha de ser viva (acompañada de la caridad)... Además, la fe es libre (respuesta que el hombre ha de dar sin ser forzado, para que el acto de fe pueda ser meritorio); oscura (porque no· vemos las razones ni comprendemos muchas de esas verdades, por ser misteriosas) y, sin embargo, el acto de fe es absolutamente cierto, in– falible y firme sobre todas las cosas. La autoridad de Dios es el mayor argumento. ¡Cuántas veces– nos hemos creído seguros con nuestras razones y después com– prendimos su falsedad! En Dios eso es imposible, y apoyándo– nos en El, nuestra certeza y seguridad son inconmovibles. Por último, la fe es universal. O se cree todo o nada, ya que la fe· es sobre todo el asentimiento a Cristo. Si se da fe a Cristo, hay que creer todo lo que El diga. OBLIGACIONES QUE IMPONE LA FE La fe es una virtud que, si no se ejercita, se atrofia. Es la primera obligación: hacer actos frecuentes de fe, desarrollarla y fortalecerla. «El justo vive de la fe» (Rm 1, 17). 78 Hacemos actos de fe práctica cuando rezamos, visitamos el Santísimo, nos santiguamos, decimos alguna jaculatoria, espe– cialmente: «Creo, Señor», «aumenta mi fe», «ayuda mi incre– dulidad», etc., y recitando el «Credo» devotamente.
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