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Líbrame y ayúdame con tu mano (Est 14. 14) REMEDIOS CONTRA LAS TENTACIONES Antes de encontrarnos en tentación, nuestra conducta ha de ser de una continua huida de las ocasiones. « El que ama el peligro, en él pe- 1-ecerá» (Eclo 3, 27). Evitar la ociosidad, el acudir a lugares o tratos con personas que nos suelen hacer pecar, etc... Y como esto requiere una gran dosis de .sacrificio, hay que saber mortificarse, no dando gusto en todo a nuestros sentidos, dominando 1a imaginación, la vista, y ejercitándonos en rechazar aun cosas líci– tas para poder después rechazar lo ilícito. Para ser capaces de vencer, necesitamos la oración. No basta nues– tro esfuerzo. Hay que pedir a Dios que nos ayude a contrariar nuestra naturaleza inclinada al pecado. Cuando a pesar de todo, somos acometidos por tentaciones, tene– mos que poner una resistencia positiva, bien sea haciendo lo contrario de lo que nos pide la tentación (resistencia directa), bien sea tratan– do de huir (resistencia indirecta). 70 Soy tentado a abreviar diez minutos de orac1on que me he propuesto hacer a diario. Para vencer esa tentación, prolongo mi oración otros diez minutos (resistencia directa). Me viene un mal pensamiento. Trato de recordar las incidencias del último partido de fútbol que me apasionó, y así olvido el mal pensa– miento (resistencia indirecta).
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