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bre en cuanto respuesta al amor de Dios, a su invitación a ser hijos su•· yos y participar con El de la felicidad eterna. Todo el estudio de la Moral se va a reducir a una explicación de es– tas virtudes: en ellas están comprendidos todos los deberes morales del hombre que aspire a ser hijo de Dios en Cristo. LAS VIRTUDES EN EL ALMA Las virtudes sobrenaturales se adquieren ,( ?) por donación de Dios. Solamente Dios puede infundirlas, y lo hace cuando otorga 1a gracia santificante. Un recién nacido bautizado ya posee con la gracia todas las virtudes sobrenaturales, aunque de hecho no pueda ejercitarlas, lo mismo que tampoco ejercita la razón aunque ya la posee. El modo de aumentar estas virtudes es por el ejercicio o repetición de actos. No es que sea tanto la cantidad de actos como la intensidad. Un acto de amor intenso y ferviente aumenta más la caridad que dos actos de amor tibios. Un deportista desarrolla sus músculos con el entrenamiento y el ejercicio, de lo contrario se atrofiarían sus facultades. Igual– mente hay que desarrollar las virtudes. El crecimiento es simultáneo. Todas las virtudes progresan junta– mente. Las rvirtudes sobrenaturales no disminuyen. Se rpueden perder pero no disminuir. Si, por ejemplo, hemos alcanzado 50 grados de caridad (es un modo de hablar) no podemos bajar a 30 grados. O nos mante– nemos o lo perdemos todo. El pecado venial puede debilitar la fuerza de las virtudes. Se pierden por el pecado mortal. La gracia, que es el sostén de las virtudes, desaparece y con ella las virtudes. Unicamente la fe y la espe– ranza no se pierden por cualquier pecado mortal, sino que tiene que ser un pecado mortal que vaya directamente contra la fe o la esperanza (incredulidad o desesperación). Debemos convencernos de la responsabilidad que lleva consigo el ser cristiano. Hay que conservar y desarrollar todos esos talentos-las– virtudes-que- Dios nos ha dado. ¡Cuántos cristianos raquíticos, de vir– tudes atrofiadas por falta de práctica! 56

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