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No es una potencia del alma distinta de la razón, sino que es esta misma razón iluminada por el Espíritu Santo, en cuanto juzga de la bondad o malicia de cualquier acto. Prácticamente es Dios quien nos habla a través de la conciencia, y todos hemos sentido sus exhortaciones o reprensiones. En momentos de sinceridad, cada uno de nosotros puede sorprenderse reconociendo que esto o aquello no agrada a Dios: «No está bien que te detengas en esos pensamientos; no está bien que estés engañando a tus padres». Es la conciencia. MANIFESTACIONES DE LA CONCIENCIA Podemos constatar que la conciencia se nos manifiesta siempre de dos maneras: antes o después del acto. Antes del acto: la conciencia nos anima a ejecutar una obra buena Era la luz verdadera que ilumina a todo hom– bre (Jn 1, 9).
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