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El lado negativo se caracteriza y concretiza en el precepto, o man– damiento simple. El lado positivo se identifica con las virtudes que debemos desarrollar. Por eso en el Decálogo están incluídas todas las virtudes, como ya hicimos notar en las lecciones anteriores. Las virtudes teologales y la de la religión se inculcan en los tres primeros mandamientos, y se pueden incluir en la denominación gene– ral de «Amor a Dios». Las virtudes cardinales se inculcan en Ios siete mandamientos restantes, bajo el epígrafe genérico «Amor al prójimo». LOS PRECEPTOS DE LA IGLESIA Cristo, después de su Ascensión gloriosa, ha dejado en la tierra vi– siblemente no su cuerpo físico, sino su Cuerpo Místico, que es la Igle– sia, para continuar su obra. La Iglesia perpetúa los poderes de Cristo, enseñando, santificando y legislando. La potestad legislativa radica en el Papa y en los Obispos. Puesto que los preceptos del Decálogo son generales, la Iglesia los concretiza y acomoda a las necesidades actuales y a nuestra forma de vivir. Si, por ejemplo, Dios manda santificar un día de la semana, la Iglesia determina que sea el domingo, e indica el modo concreto de santificarlo: oyendo misa. Los mandamientos divinos son eternos; los de la Iglesia pueden cam– biar, y no obligan en circunstancias excepcionales, y también la auto– ridad eclesiástica, con justas causas, puede dispensar de ellos. Los preceptos de la Iglesia son muchos. Pero los que afectan más directamente a los fieles, se han compendiado y reducido a cinco: Oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar. Confesar los pecados mortales al menos una vez al año, en peligro de muerte y si se ha de comulgar. Comulgar por Pascua de Resurrección. Ayunar y abstenerse de carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia. Ayudar a la Iglesia en sus necesidades. N. B. Convendría que repasaras la lección quinta, lo que dice allí de la ley eclesiástica. LECTURA PROMULGACION DE LOS PRIMEROS PRECEPTOS DE LA IGLESIA «Pareció bien a los Apóstoles y a los ancianos, con toda la Iglesia, escoger de entre ellos, para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé, a Judas, llamado Barsabas, y a Silas, varones principales entre los hermanos, y escribirles por mano de estos: 192
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